
Sísifo y Meursault, ambos bajo la lupa del escritor Albert Camus, llaman la atención por el tinte absurdo e intrigante que, a merced de la pluma de este escritor, se va formando sobre sus existencias. ¿Cómo se entrelazan las ideas en los dos textos? Primordialmente, para hacer una conexión entre los dos personajes principales y sus idiosincrasias, es necesario describirlos.
¿Quién es Sísifo? En “El Mito de Sísifo”, él es quien se atreve a retar y liar a los dioses con su personalidad avispada: es un ser inteligente, que no se deja intimidar y que busca las formas de seguir gozando de la vida. Es por su atrevimiento y singularidad por la cual es condenado a transportar una gran roca hasta una colina y verla rodar de nuevo a las planicies, para comenzar en un ciclo infinito el suplicio del cual es prisionero. El castigo es tal debido a que, a juicio de los dioses, es un trabajo inútil y sin esperanza.
Meursault, por otro lado, tiene como idiosincrasia su frase particular: “todo eso carece de importancia”. Las ambiciones que él reconoce tuvo durante sus años de estudiante, se han esfumado para dar cabida a un conformismo frente a cualquiera de los sucesos posibles que se unan a su futuro: un matrimonio, un cambio de trabajo, un accidente o una adversidad. Sin un ojo crítico, Meursault puede pasar como una persona insensible, mediocre o inhumana, a la par que su vida parece no desembocar hacia un objetivo que involucre a alguien más que a sí mismo. Su vida sin emoción aparente parece verse tan inútil y desesperanzada como la de Sísifo. Pero, entonces, ¿qué tiene que decirnos Camus de este arquetipo de hombre?
Es necesario entonces, presentar la idea que éste nos compone en “El mito…”: la existencia del hombre absurdo. Un hombre que conoce su destino, que se fundamenta en sí mismo para dar una explicación a su existencia, a su razón de ser, y encuentra en sí mismo la justificación de su porvenir: triunfa sobre el desasosiego que los otros sienten, justamente porque los otros dependen de la creencia en lo divino y del juicio ajeno.
Así, en ambos casos, se habla sobre dos personajes con una personalidad singular y patente: pese a nuestras primeras impresiones, ellos bien podrían estar disfrutando de su forma de ser. Camus presenta en Sísifo a un modelo de hombre que tiene el privilegio y la condena de conocer la verdad: el destino está escrito con dedo humano, el destino está regido por el hombre individual y no por las fuerzas divinas invisibles. Sísifo controla a la roca, sabe lo que pasará después; Meursault controla lo que le sucede mediante una insensibilidad hacia su exterior: el poder de conocer la verdad absoluta, que es la suya. Ellos son dichosos en el conocimiento de lo absurdo. En fin, son hombres absurdos, conocedores de su destino, su porvenir. Y si conocemos esto, y nos adentramos en las particularidades de este pensamiento y de sus consecuencias—especialmente en el personaje de Meursault, el cual es más extenso que su antecesor y se mueve en un mundo más variado y grande—, ¿no podríamos entonces especular de este fenómeno, sus proezas alcanzadas sobre lo divino y desconocido? ¿O condenar su renuncia a la intriga, a lo incorpóreo, a lo inhumano?
Fanny Esquivel
Bibliografía:
•Camus, Albert. El extranjero. Primera Edición. Madrid: Alianza Editorial, 2006.
•"El mito de Sísifo." La Insignia. 01 Abr. 2002. La Insignia, Web. 16 Feb. 2010. http://www.lainsignia.org/2002/abril/cul_002.htm
¿Quién es Sísifo? En “El Mito de Sísifo”, él es quien se atreve a retar y liar a los dioses con su personalidad avispada: es un ser inteligente, que no se deja intimidar y que busca las formas de seguir gozando de la vida. Es por su atrevimiento y singularidad por la cual es condenado a transportar una gran roca hasta una colina y verla rodar de nuevo a las planicies, para comenzar en un ciclo infinito el suplicio del cual es prisionero. El castigo es tal debido a que, a juicio de los dioses, es un trabajo inútil y sin esperanza.
Meursault, por otro lado, tiene como idiosincrasia su frase particular: “todo eso carece de importancia”. Las ambiciones que él reconoce tuvo durante sus años de estudiante, se han esfumado para dar cabida a un conformismo frente a cualquiera de los sucesos posibles que se unan a su futuro: un matrimonio, un cambio de trabajo, un accidente o una adversidad. Sin un ojo crítico, Meursault puede pasar como una persona insensible, mediocre o inhumana, a la par que su vida parece no desembocar hacia un objetivo que involucre a alguien más que a sí mismo. Su vida sin emoción aparente parece verse tan inútil y desesperanzada como la de Sísifo. Pero, entonces, ¿qué tiene que decirnos Camus de este arquetipo de hombre?
Es necesario entonces, presentar la idea que éste nos compone en “El mito…”: la existencia del hombre absurdo. Un hombre que conoce su destino, que se fundamenta en sí mismo para dar una explicación a su existencia, a su razón de ser, y encuentra en sí mismo la justificación de su porvenir: triunfa sobre el desasosiego que los otros sienten, justamente porque los otros dependen de la creencia en lo divino y del juicio ajeno.
Así, en ambos casos, se habla sobre dos personajes con una personalidad singular y patente: pese a nuestras primeras impresiones, ellos bien podrían estar disfrutando de su forma de ser. Camus presenta en Sísifo a un modelo de hombre que tiene el privilegio y la condena de conocer la verdad: el destino está escrito con dedo humano, el destino está regido por el hombre individual y no por las fuerzas divinas invisibles. Sísifo controla a la roca, sabe lo que pasará después; Meursault controla lo que le sucede mediante una insensibilidad hacia su exterior: el poder de conocer la verdad absoluta, que es la suya. Ellos son dichosos en el conocimiento de lo absurdo. En fin, son hombres absurdos, conocedores de su destino, su porvenir. Y si conocemos esto, y nos adentramos en las particularidades de este pensamiento y de sus consecuencias—especialmente en el personaje de Meursault, el cual es más extenso que su antecesor y se mueve en un mundo más variado y grande—, ¿no podríamos entonces especular de este fenómeno, sus proezas alcanzadas sobre lo divino y desconocido? ¿O condenar su renuncia a la intriga, a lo incorpóreo, a lo inhumano?
Fanny Esquivel
Bibliografía:
•Camus, Albert. El extranjero. Primera Edición. Madrid: Alianza Editorial, 2006.
•"El mito de Sísifo." La Insignia. 01 Abr. 2002. La Insignia, Web. 16 Feb. 2010. http://www.lainsignia.org/2002/abril/cul_002.htm
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