En este largo y obscuro camino voy,
lejos de toda civilización y amor,
pero en alto mi cabeza llevo,
porque sé que nada te debo…
Veo a lo lejos algo que parece luz,
algo que fuerza me daría,
para poder mi camino seguir,
y a ese final feliz un día llegar…
Los recuerdos agonizantes son,
pero mi perseverancia no socorrerá,
nada podría hacerme regresar,
y enfrentar a eso que todo me habría de quitar…
Al darme cuenta de mi soledad,
de todo lo que en mi contra está,
la esperanza empiezo a perder,
y cada paso más duro se empieza a volver…
A lo lejos escucho, “no estás solo,”
pero real no puede ser,
ya que en un bosque obscuro estaba,
y sabía que ahí nadie andaba…
Doy unos pasos más antes de sucumbir,
y caigo al piso con nada más que infortuna,
pero en lo alto veo algo que no para de brillar,
algo hermoso que ahora llamamos luna…
Al ver la hermosura y brillantez,
algo en mi alma despierta,
como si mi amor me hubiera besado,
y en mi oreja susurrado, “te amo…”
Me levanto sin pensar en nada,
ni un poco de fatiga siento ahora,
como si todo mi ser recargado fuese,
y mi corazón en corazón de león se convirtiese…
Corro en vez de caminar,
como si mis pies flotaran,
y en mi espalda un par de alas crecieran,
para ayudarme a llegar a ese final que tanto esperaba…
Veo a lo lejos una luz,
ahora sin duda sé lo que es,
corro hacia ella con suma alegría,
pues nada más podría darme lo que quería…el amor.
Enrique Mtz.
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