
Tenía una orzaga de macizo oro gris
Siete castañuelas de perlé y con anís
Creyó estarse sola y abrió el beliz
Saltaron las gotas de hierro matiz.
Muda de asombro creyó entrever
Una mano huesuda y con dedos de hiel
Salía del hoyo como una aparición
(Y las sombras jugaban en la habitación)
Un joven gallardo de admirable altivez
Su temple imponente y ojos de miel
El rostro implacable de príncipe… o rey
Pero su hermosa belleza no dejaba entrever
Su perfidia alarmante y perjudicial calidez
Con los ojos miraba sin mucho temor
Su instinto triunfó y al fin reaccionó:
“Vengo de muy lejos, de dónde, no sé
El presente es vital y debe usted responder
Olvidando mi origen y esta extraña visita
¿Podría dar una vuelta y ver la casita?”
La niña asintió (sólo tenía 15 años) y
En un sueño creyó actuar:
Era inverosímil y extraño en verdad.
Mostrando el derredor a ese hombre medieval,
Consiguió darse cuenta de la realidad
Y tomando valor para enfrentar lo fatal
Vio a ese raro espécimen que estaba viendo el maizal
Un perfecto espécimen del English homo sapiens
La piel delicada y ojos delirantes
Con un orgullo implacable y cortés
Que dejaba intuir una fina idiotez
Pues recuerde lector que el más estúpido es
Aquel que se engaña con el “yo todo lo sé”
(…)
El orvallo común en septiembre la habilitaba de visitas molestas
(O eso pensó)
Y le daba tiempo de maquinarse la forma perfecta
(O eso pensó)
De deshacerse de visitas demenciales
Pues odiaba a forasteros inusuales,
Había que confundirlo, “marear la perdiz”
Que cayera en su trampa
y se metiera al beliz….
Fanny
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